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Foto del escritorPedro Martinez

¿Que sigue del estrés?…escuatro?

Recientemente estaba escuchando hablar a una pequeñita de aproximadamente unos 4 años, máximo 5 en donde ella explicaba de una manera muy elocuente cuanto se estresaba por las actitudes tan básicas de algunas personas. Se refería por supuesto a una transmitida repulsión contra las diferencias de un cierto estilo de vida que no comparten sus padres o tutores y en un afán de parecer cómicos, optaron por enseñarle a esta pequeñita a criticarlos de una forma de lo más “chic” como se decía en los 90’s o muy guay dicen algunos compañeros latinoamericanos, mientras que yo prefiero decirle “muy fresa”.

El problema no es si el hecho resultó ser cómico o no, porque incluso hasta fue trending topic un rato, y aunque con menos impacto, han surgido otros videos similares de esta pequeñita. En lo personal me entristece la situación porque podemos hablar de que por un lado existen leyes que cuidan a los niños, adolescentes y menores de edad, por otro lado existen abusos que socialmente aparentan ser divertidos, pero bajo la lupa nos damos cuenta de que le están robando lo más Preciado y valioso que tienen, su inocencia. La esencia misma de un niño es una ingenuidad ante los constructos sociales que nosotros adultos hemos trabajado por autoimponernos y como responsables pues debemos de afrontarlos de una u otra forma, pero ¿un niño? ¿Es correcto pues que un pequeñito que aún no sabe lo que es el discernimiento entre lo ético y lo moral posea ya un criterio tan polarizado?

La psicología distingue algunos entes que se encuentran presentes en todo ser y que se encargan de controlar, influenciar o de balancear según sea el caso nuestra psique. Cuando encontramos una dominancia en el superego de alguien, es razón suficiente para diagnosticar una necesidad clínica o de tratamiento según la severidad, y más aún en un niño. Esto puede llevar a condiciones catastróficas donde la programación cognitiva que se le implanta al pequeño, necesariamente va a moldear sus conductas y dictará sus comportamientos porque se encuentra ya configurado de una manera muy peculiar. El cerebro de un niño, sin bias hacia ninguna postura de inicio, responde ante estímulos externos de aceptación o rechazo, principalmente de sus padres, y si estos le celebran o corrigen una acción, la respuesta se va guardando y aprendiendo. Es por ello que el desarrollo infantil resulta crucial en el desempeño del resto de la vida de un ser humano.

Es cierto que no es condicionante de fracasó o éxito la infancia como tal, pero si es un factor importantísimo. Ahora bien, si se le enseña a un pequeño a reaccionar con descontento cuando algo no cae dentro de los estándares “correctos” y ante eso se va a “estresar” entonces estaremos lidiando con adolescentes intolerantes, estresados y altamente reactivos. ¿Suena familiar? Es estresante creo yo.

Actualmente existen numerosas teorías y postulados pedagógicos o psicológicos que dicen cuáles son las formas más ortodoxas de transmitir conocimientos, el cuadro de valores y de ir formando a un niño. Y en ningún lado dice que un niño no se debe aburrir, que DEBE estar siempre feliz, que DEBE ser siempre agradecido, educado, receptivo, obediente, sumiso y exitoso. El simple hecho de escribirlo me produce un cierto pánico, siendo que tengo ya 30 años, no entiendo porque un niño debe de tener todo esto.

Los niños tienen derecho a la salud, a la educación, a una familia, a una alimentación sana y una vivienda digna como a muchas otras cosas. Pero no están obligados a ser complacientes de adultos frustrados que al no saber resolver sus ocurrencias adultas, quieran transferirles esa responsabilidad. Un niño que se aburre un rato en la casa, no necesariamente va a desarrollar tendencias introspectivas, así como un niño que es corregido y llora, va a convertirse en un adulto reprimido y lleno de ira. Si se continúa moldeando un comportamiento que reprima y comprima toda la emocional idea humana ante un rango que socialmente es tolerante, entonces no sabrán como controlar y gestionar su inteligencia emocional en el día a día al cabo de algunos años, pues siempre se les condicionó la respuesta (algo así como Pavlov).

En resumen, si quieren niños estresados, adultos escuatreados y ancianos quinceados, entonces pueden seguir forzando la evolución de un pequeñito como si fuera un experimento pokemon de evolución con una piedra extraña. Pero si hay algo de respeto por una vida humana, entonces los dejarán llorar, aburrirse, gritar, entristecerse y patalear; pero los enseñarán a gestionar por sí mismos esos estados para salir de ahí y regresar cuantas veces sea necesarias para que se conviertan no en adultos felices, sino en seres humanos plenos.

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